Editorial

En el corto plazo, un IPoM más optimista

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El Informe de Política Monetaria dado a conocer ayer elevó en forma importante el rango de crecimiento del PIB para este año a 2%-3%, lo que sin duda es una buena noticia. Sin embargo, se trata de una mejoría de corto plazo, pues mientras la estimación para este año sube en 0,75 puntos, el rango de crecimiento para 2025 se reduce medio punto, a 1,5%-2,5%, con un intervalo equivalente para 2026.

El crecimiento de tendencia entonces se mantiene en 2%, un punto por debajo de la expansión estimada para el mundo. Aunque este bajo crecimiento de tendencia no es resorte de la política monetaria, sí es el principal desafío que tenemos como país, ya que de ello depende poder satisfacer las demandas sociales de la población.

Aunque el bajo crecimiento de tendencia no es resorte de la política monetaria, sí es nuestro principal desafío como país.

Si bien el IPoM no es explícito al respecto, parece evidente que un dinamismo mundial mayor al esperado, liderado por la economía americana, es una de las causas de la mejoría en la proyección. El IPoM menciona también que la depreciación del peso está impactando positivamente en la actividad de algunos rubros transables. Sin embargo, el mayor crecimiento del primer trimestre de este año (el IMACEC acumula una expansión de 3,4% entre enero y febrero) no se mantendría en los siguientes trimestres.

La expansión del PIB este año, centrada en un 2,5%, estaría liderada por un crecimiento de las exportaciones de 4,5% y por una recuperación del consumo privado, que crecería un 2%, mientras la inversión seguiría cayendo, mostrando que el problema estructural de bajo crecimiento sigue sin resolverse.

La estimación de inflación en doce meses para diciembre también sube, de un 2,9% a un 3,8%, aunque las expectativas de mediano plazo se mantienen ancladas en 3%, por lo que, al igual como ocurre con la actividad, se trata de un repunte transitorio, que no debería impedir que la tasa de política siga bajando, aunque probablemente a un ritmo más lento del que se esperaba hace algunos meses.

La depreciación del peso, más allá de lo que se esperaba, estaría mostrando que la relajación de la política monetaria no puede desvincularse de lo que hace la Reserva Federal y el resto de los bancos centrales del mundo. Efectivamente, se percibe en este IPoM un tono algo menos expansivo que en el anterior.

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